Los árboles para dar sus frutos buscan al sol, moviendo su estructura orgánica hacia la luz que ilumina la tierra, aprovechan cada gota de agua que la lluvia deja caer desde las nubes. Hacen un esfuerzo para adaptarse al medio ambiente, extienden su cuerpo para alimentarse de cada recurso que oriente su crecimiento, evolución y reproducción. No es el sol y la lluvia que buscan los árboles, son estos seres vivos que se dinamizan tras la provisión que viene de las alturas. Cada árbol crece a su ritmo y aprovecha los recursos como le es conveniente. Un exceso de sol y lluvia le marchitan y desentierran , perdiendo su conexión, con raíces expuestas destinado a morir; una escasez de sol y lluvia lo destinarán a padecer una vida opaca sin brillo ni frutos. El sol para cada árbol sale todos los días pero no a toda hora y la lluvia no cae todos los días, no en las mismas proporciones. La inteligencia de un árbol está en administrar los recursos, grandes o pequeños, diarios o por temporadas, t...
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