SIGA REGANDO MIENTRAS LLEGA LA LLUVIA / HACIENDO LO POSIBLE, ESPERANDO LO IMPOSIBLE.
El fruto de mis manos me hará conocido y por mi fé, con lo imposible seré bendecido.
Si en algún momento se siente cansado de sembrar semillas de bondad, tome descanso pero no abandone el cultivo. Quizás necesite fuerzas nuevas para cosechar mejores frutos.
Que sus brazos no se rindan ante la indiferencia y la abundante maleza, porque sus esfuerzos en el tiempo correcto obtendrán grata recompensa.
Nuestra visión debe ser hacer todo lo posible, todo lo que está en nuestras manos.
Un sembrador diligente hace todo lo posible, no duda sobre sus capacidades ni merma su esfuerzo, es valiente y disciplinado en su faena. No es arrogante para vanagloriarse de Todopoderoso, porque jamás hará caer la lluvia. Si creyere esto estaría equivocado, podra cosechar en abundancia pero sus frutos no serán de bendición.
El fruto que crece hidratado por la lluvia tiene un sabor distinto, da saciedad y es recordado para siempre.
No basta sembrar alegremente, es necesario cultivar con disciplina, paciencia y fé.
Sembramos para cosechar, nadie hace un esfuerzo sin esperar nada, un ideal de fruto no es un fruto ideal.
Los actos que regamos dia a día nos dan crecimiento y a lo largo del tiempo nos darán madurez.
Esfuerzos dispersos son esfuerzos perdidos. Las semillas no se riegan solas, creerlo es dejar que se sequen. Puede caer la lluvia y en vez de hidratarlas en bendición, las arrancará del suelo para removerlas por muertas.
El sembrador diligente ha de cultivar primero la disciplina y la constancia, luego cualquier fruto será dado en bendición.
Comprometase a ser un sembrador diligente, cultive sus capacidades, esfuercese en la faena de sus sueños y prepárese para recibir lluvia de bendiciones.
Sandino Velázquez
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