¿CUÁL SACO ES MÁS PESADO? / Culpa o responsabilidad.
Un mismo saco sirve para distintas semillas, unas grandes y otras pequeñas, buenas o malas. Quien carga el peso del saco es quien sabe lo que lleva a cuesta, sin importar si es tejido, de tela, plástico u orgánico, a veces hasta llega a ser de carne y hueso. Siempre es la espalda del Sembrador quien lo soporta.
El que llena su saco de semillas seleccionadas para sembrar actos de bondad ni reconoce la carga, pues será siempre ligera. El tamaño y cantidad de sus semillas pueden ser gigantes y abundantes pero su peso liviano como la espuma, aunque se derrame el saco nunca habrá pérdida, pues, de la semilla de bondad hasta los desconocidos obtendrán frutos.
El que llena sus sacos de semillas de dudosa procedencia, disfruta haciendo el mal sacrificando su propia paz, grano a grano crecerá el peso sobre su espalda y cuando menos lo espere no soportará la carga. Acerca de la retribución por hacer lo malo no existe certeza de cuándo llegará, pero no hay duda de que se acerca con cada semilla que se siembra de mala fe. Las semillas del mal proceder rompen el saco y al tocar tierra nada ni nadie se beneficia, son desechos que se acumulan.
No siempre nuestras acciones generan impactos positivos, aunque hayan sido ideadas con buenas intenciones, e incluso aun sin desear hacer por mera inercia podemos ocasionar un daño. Hay dos enfoques para ver las consecuencias de nuestras acciones, desde la culpa o desde la responsabilidad.
Cuando nos enfocamos desde la culpa, nos colocamos los anteojos del sufrimiento inútil, producto del colapso de nuestro Ser, dominado por el descontrol que afloran las emociones negativas las cuales asfixian nuestra capacidad de resolución de conflictos. Quien deja germinar en su corazón la semilla de la culpa, inconscientemente verá enraizar la amargura del dolor, florecer la ignorancia emocional y cosechará crisis existencial.
La culpa es un sentimiento que no pide permiso para entrar a nuestro terreno y destruirlo. Cuando no reconocemos la llegada de la culpa a nuestro terreno abonamos una semilla inútil que no edifica, solo crece y crece su raíz en el tiempo y profundiza heridas, abarcando más espacio de nuestra salud mental. Reconocer la llegada de la culpa amerita un trabajo de contención arduo en la esencia de nuestro Ser para solidificar la autoestima mediante herramientas de autocontrol, dominio propio y autoconfianza.
El que causa un daño debe repararlo, no siendo un inconsciente que inútilmente solo se abruma por emociones de reproche, avergonzado, pero sin reflexión. El hacerse responsable es lo justo para dar solución al conflicto, plantear opciones de reparación al daño, hacer cosas a consciencia y avanzar sin autoflagelarse, se trata de enfrentar los momentos indeseados, a las personas inoportunas y las situaciones inapropiadas.
Nuestra responsabilidad debe estar en nuestras manos, confiarla en manos ajenas es perder nuestra voluntad, es someternos a continuos desencantos, por quebrar el ideal de perfección que creamos sobre terceros en torno a lo que deben ser nuestras propias decisiones. Perder el control sobre nuestro terreno nos hace vulnerables a qué cualquiera pisotee nuestro Ser y siempre por doquier semillas de culpa.
El sembrador consciente se conoce, se valora, corrige sus pasos al tropezar y se cuida al seleccionar las semillas que ha de sembrar, cuando se equivoca se hace responsable, soluciona y crece en experiencia. Seamos responsables siempre, culpables nunca.
Atentar contra el terreno no es opción ni negocio rentable, solo quien no posee valores firmes puede llenarse irresponsablemente de culpa.
Los estantillos que sostienen los valores de la barrera emocional deben ser firmes en bondad, de lo contrario usted o el vecino que ingresa sin permiso a su terreno esparcirá semillas de culpa sin control arruinando su inteligencia emocional.
La semilla de la culpa en el tiempo se enraíza con fuerza, pero su tallo es invisible para quien la desconoce y sus espinas disfrazadas de silencio, sonrisa, burlas, ira o desgano pueden parecer inofensivas para los demás y para quien la abona. El fruto de la culpa son las espinas que acaban con el tallo y se dispersan para crecer en otros mediante el maltrato, por desgracia próximos a tu terreno.
Aunque las cargas no se vean igual pesan, hacerse el fuerte solo hará que la gravedad haga su trabajo y recuerde que a mayor altura mayor es la caída. El tiempo no cura las heridas, la sanación se trabaja, no se exime de responsabilidad con las excusas de la culpa.
Cuando pises las flores del campo no te sonrojes y finjas demencia, asume tu responsabilidad y siembra un puñado de semillas de bondad para que resuelvas tus problemas.
-Sandino Velázquez
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