HUERTOS HIEDRA / Personalidades descartables
¿Conoce usted a alguien con personalidad rastrera, trepadora y ponzoñosa? No es necesario que haga una lista, perderá mucho tiempo, papel y tinta.
Sí, lamentablemente existen personas que atentan en contra de la felicidad de los demás por no contar con felicidad propia, no se dedican a buscarla ni construirla, sino que se convierten en agentes destructores del bien ajeno, se encargan de detectar un mínimo foco de alegría en otros y automáticamente encienden las alarmas internas de la envidia, preparándose frenéticamente para diseñar planes de tristeza, culpa y hasta lastima, con tal de derrumbar los brotes de felicidad.
No son pocas personas, abundan entre nosotros, nos dan abrazos fuertes pero vacíos, nos sonríen, pero segregan veneno, nos visitan y nos hacen regalos para ver con tristeza en primera fila el destello de nuestra felicidad, algunas llegan a dormir abrazadas a esa otra persona a quienes desean asfixiar, así como las víboras lo hacen con sus presas, y están las más dañinas, esas quienes actúan cuál mantis religiosa que necesitan quitarle la cabeza al otro para poder crecer.
Así como crece el monte, así abundan los seres traumatizados que reflejan su martirio espiritual en los demás para intentar soltar el peso de su inconsciencia mediante el desborde de maldad, esto no lo hacen para ser realmente felices, pues la maldad nunca trae felicidad, esto lo hacen solo por un placer momentáneo, ríen para no llorar.
A ciencia cierta, no existe un único antídoto acerca de cómo combatir a estos seres ignorantes de amor, carentes de cariño y colapsados de odio, pero lo cierto es que cada quien debe idear como desterrarlos de su espacio vital. Hasta este punto ya les hemos dedicado suficiente atención, el único motivo es darle un poco de visualización para comenzar a expulsarlos con certeza de nuestra vida y establecer fuertes muros emocionales, para que no vulneren el propósito que siempre debe orientarnos, ser felices.
La receta para ser feliz la diseña cada quien a su medida y la receta para desincorporar a quienes atenten contra la felicidad se moldea conforme a cada personaje perturbador o agente patógeno, no para atentar contra la integridad de la persona, pues en este caso usted estaría convirtiéndose en un ente de la misma calaña, de ese a quien piensa enfrentar, ni pretendiendo convertirse en un súper héroe universal que se sacrifica por todos, sino sabiendo darle a cada quien el lugar que debe ocupar dentro de su tesoro emocional.
En ocasiones romper vínculos afectivos es realmente fácil cuando no existen lazos familiares, económicos o sociales, que hagan imposible tomar distancia de los mal intencionados, de lo contrario necesitamos fortalecer aún más nuestros muros de contención emocional, a tal punto, de que, aunque estén presentes como un mal necesario, seamos fuertes e inmunes al veneno que segregan.
¿Cuándo dos piedras chocan cuál piedra es más fuerte?; ¿la que se raya o la que se deja rayar? Podríamos decir que la piedra que raya a la otra es la más fuerte porque dejó su marca sobre la otra. Pero, también podríamos decir que la piedra que marcó a la otra perdió un poco de sí extinguiendo parte de su esencia, o quizás podríamos decir que en todo choque cada una se lleva un poco de la otra. He aquí el dilema: ¿Qué me llevo ante el conflicto? será acaso ¿la esencia del otro o el aprendizaje? o puede que sea ¿el trauma o la experiencia? quizás ¿las cicatrices o los recuerdos que me hicieron evolucionar? Cada quien decide que hacer y cómo hacerse cargo de su felicidad.
El sembrador prevenido vela con cautela su terreno y el monte espinoso que se encuentra a su vigilia lleva como sentencia la erradicación de raíz. Donde se siembra con amor y bondad, no se deja crecer la maleza, porque está abunda y es ligera en crecimiento, en un abrir y cerrar de ojos asfixia las semillas y se consume el plan de siembra, convierte todo el huerto en monte y culebra.
Las hiedras venenosas no son feas, en cambio son llamativas, parecen inofensivas y siempre procuran enredarse. Su verdor es cautivador para quien no las conoce, la ponzoña es su tarjeta de presentación. Recuerde, no todo monte es orégano, y así como hay hierbas que sanan hay otras que matan.
Abra sus sentidos, sensibilícese a su entorno y hágase consciente de quienes lo rodean, no todo el que dice ser lo es y no todo lo que se es se dice. Comience a levantar su cerca frente a los destructores de felicidad. Su terreno vale y no merece ser arrasado ni por los propios, ni por los ajenos, no le dé cabida en su tierra a las semillas de dudosa procedencia, aun cuando se disfracen de buenas intenciones.
Equilibrio, armonía y paz son valores que se atesoran, pero que atormentan a los seres que no tienen el privilegio de tenerlos.
Eduque sus sentidos para que hagan caso omiso de las interferencias, para que no valoren emocionalmente las acciones perjudiciales de terceros, siga defendiendo su felicidad. Por cierto, si usted llega a identificarse con esta patología, siga leyendo los demás títulos, por lo menos ya ha progresado en detectar su problema.
Sandino Velázquez
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