LA SEMILLA DEL PLACER/ Básico pero necesario

En el huerto de lo terrenal hay una semilla que crece por doquier sin esfuerzo y sin pensarlo mucho, el placer. Los seres que persiguen la perfección pretenden suprimirla para llegar a niveles superiores, creyendo que con ello no caerán en bajos instintos y podrán levitar más arriba de la atmósfera, allá lejos de la humanidad. Pero, cuidado, los árboles más grandes también necesitan de una raíz muy grande, sino también se caen, golpean y hasta mueren.

El afán de la productividad desmedida nos lleva a tomar acciones descontroladas, como trabajar horas extras de forma permanente, ahorrar excesivamente para enormes planes futuros, sobre ejercitarnos para lograr un físico óptimo más rápido, depurarnos urgentemente de pecados para abrazar la pulcritud espiritual y la paz plena, enamorarnos hoy... casarnos mañana... pasado mañana… tener hijos, el perrito, el carro… ALTO. Recuerde que la vida se llama Vida para vivirla, no para sufrirla ni imaginar vivirla en un no sé cuándo a futuro, que por cierto no sabe si va a estar o cómo va a estar, pues la garantía de un futuro escapa de su control.

Hay placeres que matan y otros que hacen la vida más llevadera, así como otros que son la vida misma. ¿Quién puede dejar de comer? por ejemplo, para no morir de hambre... para no estar obeso, para no estar en los huesos, para olvidar las penas, para disfrutar de la alegría de un compartir familiar o una velada romántica, usted ponga el motivo, pero siempre debe comer.
 ¿Quién puede dejar de convivir con los otros? Para disfrutar la paz, para escapar del ruido, para esconderse, para hacer fechorías, para reflexionar, para diseñar el mal, para huir de los demás o de mí, sin embargo, siempre habrá que y con quién convivir.

Los placeres son básicos pero necesarios, eludirlos no nos aleja ni nos acerca a los propósitos o metas, no nos hace ni mejores ni peores, están allí para recordarnos que somos humanos y que la culpa no sirve de nada. Si los placeres están allí es por algo, y es sobre ese algo de donde surgen las riendas que cada uno debe o desea colocarles.

A cada emoción un placer o varios, quizás hasta al revés. Cuando no establecemos las riendas a los placeres y dejamos que las emociones se mezclen con estos podemos desbocarnos y quedarnos existencialmente en lo básico.
El placer por sí solo no es pecado, para que se asumen siempre pecadores, bien administrado es una fuente de felicidad, un indicador de avance, una palmadita en el hombro para saber que vamos bien y un recordatorio de que somos humanos.

El Sembrador más productivo, de filosofía más profunda y elevada, también puede degustar de los frutos de su cultivo, porque lo necesita, porque lo disfruta, para saber que las semillas crecieron y ya tiene forma, tamaño, sabor y que nada pasa si destina algo de lo con tanto esfuerzo y constancia ha cosechado para sí mismo. Si su esfuerzo cultivando es grande, grande seguirá siendo su cosecha y mayor será su recompensa.

Que sería de la vida sin los placeres, quizá simple inteligencia artificial, algo tan aburrido como jugar ajedrez con uno mismo y sabiendo quien va a ganar.

Sea feliz y deje ser feliz, deje de mortificarse tanto, viva sin perder el control, pero viva que la vida es una y hay que disfrutarla. A la final quizás no solo se nos conozca por los frutos, sino también por las semillas que sembramos y también las que nos comimos y en las que nos deleitamos.

-Sandino Velázquez 

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