SOÑANDO DESPIERTO

¿Será usted de los míos? De quienes le buscan la vuelta a todo, siempre con el objetivo de levantar vuelo, De quienes intento tras intento, se han estrellado una y otra vez. ¡Caramba! Tenemos algo en común, estamos empecinados en ser exitosos y, aunque todavía no lo hemos logrado, del todo, sonreímos por dentro mientras seguimos pensando una y mil formas de poner nuestros sueños a volar. 

No es que en nosotros no se manifieste el cansancio, es que estamos cansados del status quo, de la inercia de lo que no funciona o no nos gusta, de la mediocridad cotidiana, de la escasez de ingenio creativo, del ya veremos. 

¿Acaso somos pocos los que tenemos el dominio de ver más allá de los escombros y soñamos con grandes edificaciones? Los que vemos terrenos baldíos enmontados y soñamos con industrias, plazas y escuelas. Somos los que vemos un auto clásico abandonado y creemos que aún tiene una oportunidad de ser restaurado y seguir rodando.
 Soñar es un poder ilimitado de libertad, no existen cadenas para quien soñando decide crear. 

Entonces, ¿cuántos somos los soñadores y cuando nos cansamos?, ¿Será que los soñadores estamos en peligro de extinción? Será, que quizás muchos ya han perdido la capacidad de soñar, cuántos han cortado las alas a la libertad de crear y no pueden ni siquiera llegar a imaginar que tienen un diminuto sueño. Hay quienes hoy, solo saben vivir de pesadilla en pesadilla, están esclavizados por la realidad que viven, las que otros construyen o las que por quedarse dormidos les han impuesto.

¿Qué hay de malo en creer? En imaginar que todo es posible para bien y que algo mejor se pueda crear. No todo es malo ni todo es bueno, pero si no somos capaces de soñar con cosas buenas, mucho menos las haremos. Si no puedo imaginarme el sabor dulce de un fruto, nunca mis manos llevarán una semilla a la tierra. Cuando no logramos imaginar y soñar nos convertimos en seres del montón, esos quienes asumieron la queja como un modo de vida, esos, que ven el terreno con recelo y repiten que allí no se dará nada. Entonces, de sembrador solo tendremos las malas costumbres cosechadas en nuestra mente.

¿Agota soñar? Sin duda, es altamente exigente como todo proceso creativo, de hecho, te derriba una y otra vez cuando no se logran los frutos esperados, pero no deseo otra forma de vivir que no sea soñando. Mi espíritu es audaz y libre cuando dibujo una y otra opción para hacer algo mejor, no es egoísmo ni narcisismo, es mentalidad positiva, autodeterminación y esencialmente Fe. 

¿Existe otra forma de vivir feliz sin que se pueda soñar? Lo dudo, no concibo la existencia humana en alegría plena mientras arrastramos las cadenas de la realidad ajena, de la mediocridad mayoritaria y las costumbres infructíferas. Creo fielmente en la pureza de la libertad para crear, con la que crece un niño buscando formas a las nubes, con el deseo inagotable que mueve a la juventud para buscar nuevos caminos, con la esperanza milagrosa de todo el que respira.

Cansarse de soñar es cansarse de vivir, por lo tanto, vivir sin soñar es una contradicción. Quien tiene un sueño ya tiene un motivo para vivir, aunque todavía experimente en sus días el tránsito de andar de pesadilla en pesadilla, pero, sino soñamos esas pesadillas se convertirán en eternas, los sueños son las rutas alternas, son los letreros que nos muestran los caminos que nos conducen a nuestra realización personal. 

Existimos los que tropezamos mientras caminamos y a veces ni recordamos en que andábamos por andar soñando despiertos. Los que nos negamos de por vida a amoldarnos a las tristes realidades, las fatalidades absurdas y el no importa o el qué más da. 

Amo mi manía de ver plantaciones enormes y bonitas en terrenos aún solos y abandonados, de soñar con el brote de las semillas que aún no se han sembrado y crear infinitas formas de hacer posible lo bueno. No me canso de soñar, aunque falle una y otra vez no renunciaré, pues admito que tengo Miles de Sueños.

Sembrador, vuelve a soñar, una y mil veces. No hace falta caer en un sueño profundo e inconsciente, por el contrario, hace falta hacerse consciente del poder infinito de crear y construir ideas para hacer en vivo y presente los buenos frutos. Retoma tu vida y hazte cargo de soñar de nuevo. Los mejores sueños no se dan durmiendo, se tienen conscientes.

Sandino Velázquez 

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